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Es innegable que el actual asalto de Moscú a Kiev está poniendo en peligro no sólo a Europa del Este, sino a todo el continente euroasiático. Calificada como "el conflicto más sangriento" en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, la invasión no provocada de Ucrania ha logrado por sí sola afectar a la dinámica geopolítica, las economías y las estructuras sociales a escala mundial.
El Presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, declaró en la Asamblea General de la ONU que cree que el conflicto está "más cerca del final", por lo que es probable que muchos de los nuevos aliados de Ucrania amplíen su apoyo en los próximos meses.
Desde el 24 de septiembre, Moscú ha lanzado una serie de ataques contra múltiples ciudades ucranianas. Los ataques más recientes en Zaporizhzhia y Arkhangelskoe causaron 23 heridos graves y 3 muertos, respectivamente. El aumento de los ataques con drones y misiles balísticos de corto alcance por parte de Rusia, cortesía de Irán, ha llevado la agresión rusa a otro nivel. Las fuerzas rusas también han empezado a atacar la ciudad ucraniana oriental de Vuhledar, un "bastión" que se mantuvo firme desde el comienzo de la invasión.
El 6 de agosto, Ucrania comenzó su ataque transfronterizo en la región de Kursk. En esta incursión por sorpresa en territorio ruso, al menos 56 civiles murieron y un total de 266 sufrieron heridas graves en las últimas siete semanas. Según el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, más de 131.000 civiles han abandonado las zonas de alto riesgo de la región, pero se acusa a las fuerzas ucranianas de retener a algunos civiles contra su voluntad. Sin embargo, Kiev ha refutado todas y cada una de estas afirmaciones citando el "largo historial de cifras falsas y propaganda" de Moscú.
En un giro ilícito de los acontecimientos, Mariane Katzarova, relatora especial de la ONU sobre la situación de los derechos en Rusia, reveló que la situación de los derechos humanos en Rusia sigue deteriorándose desde hace un año. Todo ello en medio del endurecimiento de un "sistema de miedo y castigo patrocinado por el Estado". Las condiciones en las cárceles han empeorado mucho debido al aumento constante del número de detenciones arbitrarias. Según Katzarova, Moscú alberga actualmente a más de 1.300 presos políticos.
Pruebas impactantes demuestran que aproximadamente 170.000 delincuentes violentos condenados fueron reclutados para luchar en Ucrania. Estos criminales rusos fueron indultados o se les redujeron las penas por cometer delitos graves, como violaciones y asesinatos, sólo para que pudieran participar en la guerra. También se descubrió que las cárceles rusas denegaban deliberadamente la atención médica a los prisioneros ucranianos. Según los informes de una comisión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, los médicos de una prisión también participaron en lo que los informes definieron como "tortura", que se ha convertido en una "práctica común y aceptable".
El 22 de septiembre, Zelenskyy viajó a Estados Unidos con la intención y el "intento urgente" de influir en la política de la Casa Blanca sobre la guerra en curso, independientemente de quién obtenga la victoria en las elecciones estadounidenses previstas para principios de noviembre. Bautizado como el "plan de la victoria", el Presidente ucraniano tiene previsto presentar sus detalles al Presidente Joe Biden, así como a sus dos posibles sucesores, Kamala Harris y Donald Trump. Zelenskyy cree que, si cuenta con el apoyo de Occidente, se espera que el plan tenga un "amplio impacto" en Moscú, lo que podría marcar el fin de la guerra diplomáticamente.
"El Plan para la Victoria prevé medidas rápidas y concretas por parte de nuestros socios estratégicos, desde ahora hasta finales de diciembre", declaró Zelenskyy al dirigirse a los medios de comunicación el 20 de septiembre. El Presidente ucraniano opina que cualquier otra manipulación "simplemente pospondría" lo inevitable, que en este caso es una nueva escalada de violencia que esta vez podría extenderse a otras naciones vecinas.
La visita de Zelenskyy a Washington se produce en un momento bastante precario para Ucrania, ya que la victoria de Trump en las elecciones presidenciales podría inducir un cambio de la política de Washington respecto a Ucrania (que depende en gran medida del apoyo militar y financiero estadounidense). Mientras Zelenskyy sigue esperando el ingreso en la OTAN antes de que Biden abandone la Casa Blanca y que Rusia retire sus tropas de todo el territorio ucraniano, el presidente ruso, Vladímir Putin, ha declarado que las conversaciones de paz sólo podrán comenzar una vez que Kiev entregue el este y el sur de Ucrania a Rusia y renuncie al plan de ingreso en la OTAN.
El Presidente ucraniano está seguro de que los planes servirán de "puente" hacia la segunda cumbre de paz liderada por Ucrania, propuesta para noviembre. La idea de la cumbre fue sugerida a un puñado de países del Sur Global en agosto. Sin embargo, el 21 de septiembre, Rusia declaró que se ausentaría de la cumbre.
"La cumbre tendrá el mismo objetivo: promover la inviable 'fórmula Zelenskyy' como única base para resolver el conflicto, conseguir el apoyo a la misma de la mayoría mundial y, en su nombre, presentar a Rusia un ultimátum de capitulación", explicó la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Maria Zakharova.
No obstante, Zelenskyy está convencido de que la iniciativa de la cumbre es un formato de paz bien pensado que podría "desescalar la situación".
Los analistas y expertos militares opinan que Kiev podría exigir garantías de ayuda a largo plazo hasta 2025, así como presionar hacia una especie de declaración de continuidad del apoyo posterior a Biden.
"Será un momento muy importante. Quizá en cierto modo, en un sentido político y político-militar, será un momento crucial", afirma Oleksandr Kovalenko, analista militar ucraniano.
Dado que Ucrania desea atacar instalaciones militares situadas hasta 186 millas (300 km) dentro de Rusia, es muy posible que Zelenskyy reitere los requisitos para autorizar los ataques de largo alcance. Esta acción, según Moscú, convertirá a los miembros de la OTAN en participantes directos en el conflicto y provocará una respuesta. Teniendo en cuenta que Rusia lleva a la ofensiva desde octubre de 2023, la última reivindicación ucraniana sobre Kursk podría muy bien servir como herramienta de negociación clave en las conversaciones.
En el caso de Rusia, es plausible que Moscú avance ahora para capturar el centro de transporte de Pokrovsk a finales de año. Este movimiento calculado no sólo desatará el caos en la logística ucraniana, sino que también abrirá paso a "nuevas líneas" de ataque para Moscú.